Los Siete locos

—Muy bien.

—¡Ah!, antes de que me vaya. ¿Usted le dirá algo de esto al Rufián?

—No. Es un secreto entre nosotros. El Rufián participará como organizador de los prostíbulos, nada más. ¿Usted paga mañana en la Azucarera, no?

—Sí.

—Ahora que me acuerdo, conozco a un impresor. El será quien nos haga la circular del Ministerio de Guerra.

Erdosain paseóse un instante por la habitación.

—El secuestro es fácil. Usted va a Rosario y con un telegrama pide los baúles. Lo que ocurre es que cuando uno se encuentra frente a la comisión de un delito...

—Es que no será el único que cometeremos...

—¿Cómo?...

—Y claro. Otra de las cosas que me preocupa es el mantenimiento del secreto en la sociedad. Yo había pensado lo siguiente. En cada punto del estado habrá una célula revolucionaria. El comité central radicará en la capital. Entonces, este comité estaría organizado de la siguiente forma: jefe de capital de provincia, miembro del comité central, jefe del distrito de provincia, miembro del comité de la capital de provincia, jefe de villa principal, miembro del comité del distrito cabeza.

—¿No le parece muy complicado a usted?

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