Los Siete locos

INCOHERENCIAS

Los días que sucedieron al secuestro de Barsut, los pasó Erdosain encerrado en el cuarto de una pensión, a la que se trasladó provisoriamente después de liquidar su deuda con la Limited Azucarer Company. Le había cobrado terror a la calle. No pensaba nunca en el proyectado secuestro de Barsut, y hasta dejó de visitar al Astrólogo. Se pasaba el día en la cama, con los puños apoyados en la almohada y la frente aplastada sobre éstos. Otras veces permanecía horas con los ojos clavados en la pared, por la que le parecía trepaba una delgada neblina de sueño y de desesperación.

Durante aquel período no pudo nunca reconstruir el semblante de Elsa.

—Se había alejado tan misteriosamente de mi espíritu, que me costaba un gran esfuerzo recordar los rasgos de su fisonomía.

Luego dormía o cavilaba.4 Trató, aunque inútilmente, de preocuparse de dos proyectos que consideraba importantes: el cambio electromagnético para máquinas de vapor, y el de una tintorería de perros, que lanzaría al mercado canes de pelambre teñido de azul eléctrico, bull-dogs verdes, lebreles violetas, foxterriers lilas, falderos con fotografías de crepúsculos a tres tintas en el lomo, perritas con arabescos como tapices persas. Estaba tranquilo: una tarde se durmió y tuvo este sueño:

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