Los Siete locos

LA FARSA

Al entrar, el círculo de hombres se puso de pie, mas Erdosain se detuvo estupefacto al observar entre los reunidos un oficial del ejército con el uniforme de mayor.

Estaban allí el Buscador de Oro, Haffner, un desconocido y el Mayor. Los dos primeros de codos en la mesa. Haffner releyendo unos papeles en blanco, y el Buscador de Oro con un mapa frente a él. Un pedrusco precintado impedía que el viento se llevara el dibujo. El Rufián estrechó la mano de Erdosain y éste se sentó a su lado, poniéndose a observar al Mayor, que bruscamente había despertado toda su curiosidad. Realmente el Astrólogo era maestro en sorpresas.

Sin embargo, el desconocido le produjo mala impresión.

Era éste un hombre de elevada estatura, lívido y ojos renegridos. Había en él algo de repugnante, y era el labio inferior replegado en un continuo mohín de desprecio, la nariz larga y arqueada, arrugada sobre el ceno por tres muescas transversales. Un sedoso bigote caía sobre sus labios rojos y su mirada apenas se fijó en Erdosain, pues ni bien fue presentado a él se dejó caer en una hamaca, permaneciendo así con la cabeza apoyada en un respaldar, la espada entre las rodillas y un alón de cabello pegado a su frente plana.

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