Los Siete locos

PRÓLOGO

Jean-Paul Sartre ha trazado las coordenadas del hombre existencial de nuestro tiempo, una especie de prototipo que se perfila a través del ejemplo individual de Genet, y que sería a nuestros días lo que el caballero fue al Medioevo, el mercader al siglo XVII, el conquistador a la España del Renacimiento o el santo a los albores de la cristiandad.

Estas coordenadas que Sartre ha dejado trazadas comprenden a los personajes de los más grandes novelistas de nuestros días que, como el héroe sartreano, están situados en la coyuntura de algunos «imperativos colectivos»: Dios el primero, la sociedad el segundo. Y estos dos ejes vinculan sin distingos de fronteras al hombre de nuestro tiempo y, por ende, a éste con la novela que le concierne.

Como ese santo sartreano, el Erdosaín de Roberto Arlt se desvincula de la esfera social y religiosa para llevar consigo las tribulaciones de los imperativos que a su pesar lo dominan: Dios, la sociedad. Esto significa que Remo Erdosaín se piensa y piensa a los demás desde dos puntos referenciales: la vinculación del hombre con la divinidad y la vinculación con la sociedad.

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