Los Siete locos

EL GUIÑO

En Témperley lo esperaba el Astrólogo. Una sonrisa llena de bondad iluminaba su rostro. Erdosain casi corrió a su encuentro, pero el otro, tomándolo de los brazos, lo detuvo un instante mirándolo a los ojos, luego, tuteándolo, cosa que no había hecho nunca, le dijo:

—¿Estás contento?

Erdosain se ruborizó. En aquel instante un doble misterio quedó revelado en su conciencia. Aquel hombre no mentía, y sintióse tan amigo de él, que ahora hubiera querido conversar indefinidamente, narrarle los pormenores más íntimos de su vida desgraciada, y sólo atinó a decir:

—Sí, estoy muy contento.

El Astrólogo se detuvo un momento en el andén de la estación. Ahora lo trataba de usted como de costumbre.

—¿Sabe? Muchos llevamos un superhombre adentro. El superhombre es la voluntad en su máximo rendimiento, sobreponiéndose a todas las normas morales y ejecutando los actos más terribles, como un género de alegría ingenua... algo así como el inocente juego de la crueldad.

—Sí y ya uno no siente miedo ni angustia, es como si anduviera caminando encima de las nubes.

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