Emma

CAPÍTULO XIV

AL entrar en el salón de la señora Weston ambos tuvieron que componer su actitud; el señor Elton refrenar un poco su entusiasmo y el señor John Knightley ahuyentar su mal humor. Para acomodarse a las circunstancias y al lugar, el señor Elton tuvo que sonreír menos, y el señor John Knightley que sonreír más. Emma fue la única que pudo ser espontánea, y mostrarse tan contenta como estaba en realidad. Era una gran alegría para ella el estar con los Weston. El señor Weston era uno de sus amigos favoritos, y no había nadie en el mundo con quien pudiera hablar con tanta franqueza como con su esposa; nadie en quien confiara con tanta seguridad de ser escuchada y comprendida, despertando siempre el mismo interés y la misma comprensión, nadie que se hiciera tanto cargo de los pequeños conflictos, proyectos, dudas e ilusiones, suyos y de su padre. No podía hablar de nada de Hartfield por lo que la señora Weston no sintiera un vivo interés; y media hora de ininterrumpidas confidencias acerca de todas esas cuestiones menudas de las que dependen la felicidad cotidiana de la vida íntima de cada cual, era uno de los mayores placeres que ambas podían concederse.



eXTReMe Tracker