Emma

CAPÍTULO XIX

AQUELLA mañana Emma y Harriet habían salido a pasear juntas, y a juicio de Emma por aquel día ya habían hablado bastante del señor Elton. Consideró que para el consuelo de Harriet y la expiación de sus propias faltas no había por qué hablar más de aquel asunto; de modo que mientras regresaban hacía todo lo posible para cambiar de conversación…; pero cuando Emma creía haber logrado ya su propósito, volvió a hablarse de lo mismo, y después de hablar durante un rato de lo que los pobres debían de padecer en invierno, y de recibir por toda contestación un murmullo quejumbroso; —«¡El señor Elton es tan bueno con los pobres!»—, Emma creyó que debía buscarse otro medio de cambiar de tema.

Precisamente estaban muy cerca de la casa en que vivían la señora y la señorita Bates, y se decidió a visitarlas para ver si la compañía de otras personas distraía a Harriet. Siempre había una buena razón para hacer esta visita: la señora y la señorita Bates eran muy aficionadas a recibir gente; y Emma sabía que las escasas personas que pretendían ver imperfecciones en ella la consideraban como negligente en ese aspecto, opinando que no contribuía todo lo que debiera a los limitados placeres que podían ofrecerse en el pueblo.

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