Emma

CAPÍTULO III

A su manera, al señor Woodhouse le gustaba la compañía. Le gustaba muchísimo que sus amistades fueran a verle; y se sumaban una serie de factores, su larga residencia en Hartfield y su buen carácter, su fortuna, su casa y su hija, haciendo que pudiese elegir las visitas de su pequeño círculo, en gran parte según sus gustos. Fuera de este círculo tenía poco trato con otras familias; su horror a trasnochar y a las cenas muy concurridas impedían que tuviera más amistades que las que estaban dispuestas a visitarle según sus conveniencias. Afortunadamente para él, Highbury, que incluía a Randalls en su parroquia, y Donwell Abbey en la parroquia vecina —donde vivía el señor Knightley— comprendía a muchas de tales personas. No pocas veces se dejaba convencer por Emma, e invitaba a cenar a algunos de los mejores y más elegidos, pero lo que él prefería eran las reuniones de la tarde, y a menos que en alguna ocasión se le antojase que alguno de ellos no estaba a la altura de la casa, apenas había alguna tarde de la semana en que Emma no pudiese reunir a su alrededor personas suficientes para jugar a las cartas.



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