Emma

Al cabo de un cuarto de hora, puntualmente, volvía a estar de nuevo ante la blanca entrada; y la señorita Smith, obedeciendo a sus llamadas, no tardó en reunirse con ella sin la compañía de ningún peligroso joven. Se acercó sola por el sendero de grava… sólo una señorita Martin apareció en la puerta, despidiéndola al parecer con ceremoniosa cortesía.















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