Emma

CAPÍTULO XXXV

CUANDO las damas volvieron a la sala de estar, después de la cena, Emma se dio cuenta de que le era casi imposible evitar que se formaran dos grupos; tanta era la perseverancia con que juzgando y obrando equivocadamente la señora Elton acaparaba a Jane Fairfax y la dejaba a ella de lado; así pues, Emma y la señora Weston se vieron obligadas a estar todo el rato o hablando entre sí o guardando silencio juntas. La señora Elton no les dio otra posibilidad. Si Jane lograba llegar a contenerla un poco, ella no tardaba en volver a empezar; y aunque la mayor parte de lo que hablaron era casi en susurros, sobre todo por parte de la señora Elton, no dejaron de enterarse de los principales temas de la conversación: la oficina de correos… pillar un resfriado… ir a recoger las cartas… la amistad… fueron las cuestiones que se discutieron largamente; y a éstas sucedió otra que resultaba por lo menos tan desagradable para Jane como las anteriores… preguntas acerca de si había tenido noticia de alguna colocación que le conviniera, y afirmaciones por parte de la señora Elton de que no dejaba de ocuparse de aquel asunto.

—¡Ya estamos en abril! —decía—. Me tienes muy preocupada. Junio ya está muy cerca.

—Pero es que yo no me he puesto como plazo ni el mes de junio, ni ningún otro mes… yo sólo pensaba en el verano en general.

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