Emma

Emma enrojeció al oír un elogio tan inmerecido; y sonriendo y negando con la cabeza, gesto que no podía ser más elocuente, miró al señor Knightley… Creyó percibir una instantánea impresión en favor suyo, como si los ojos de él captaran en los suyos la verdad y todos aquellos buenos sentimientos de Emma fueran en un momento comprendidos y honrados… Él la miraba con afecto. Emma se sentía sobradamente recompensada… y más aún cuando un momento después él inició un ademán que delataba algo más que una simple amistad… Le cogió la mano… Emma no hubiera podido decir si no había sido ella quien había hecho el primer movimiento… quizá más bien se la había ofrecido… pero él le cogió la mano, la apretó y estuvo a punto de llevársela a los labios… pero algo le hizo cambiar de idea y la dejó caer bruscamente… Ella no adivinaba por qué había tenido aquel reparo, por qué había cambiado de opinión cuando sólo faltaba completar el gesto… Según Emma hubiese hecho mejor de llegar hasta el fin… Sin embargo la intención era indudable; y ya fuera porque aquello contrastaba con sus maneras en general poco galantes, ya por cualquier otro motivo, consideró que nada le sentaba mejor… En él era un gesto tan sencillo y sin embargo tan caballeresco… No podía por menos de recordar el intento con gran complacencia. Revelaba una amistad tan cordial… Inmediatamente después se despidió… y se fue en seguida. El señor Knightley siempre lo hacía todo con una seguridad enemiga de toda indecisión y toda demora, pero en aquellos momentos su partida parecía más brusca de lo que era habitual en él.

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