En Kholinar, Kaladin y su grupo luchaban por abrirse paso. La ciudad, otrora gloriosa, estaba sitiada por fanáticos y seres de pesadilla que controlaban las mentes de los ciudadanos. Las esperanzas de rescatar a la reina se desmoronaban a cada paso.

Kaladin dudaba de sí mismo. De sus decisiones. De su capacidad para salvar a alguien, siquiera.

Y la tormenta eterna rugía sobre ellos, alimentando sus miedos.

En Urithiru, una grieta invisible se abría en el alma de la ciudad. Shallan y Adolin sabían que, tarde o temprano, lo que estaba encerrado bajo la torre encontraría la forma de liberarse.

La fortaleza que debía ser su refugio se estaba convirtiendo en su tumba.

Cuarta Parte: Promesas Rotas y Juramentos Renacidos

(El pasado se cobra su precio, y los viejos pecados reclaman a los que intentan construir un nuevo mundo.)

La oscuridad se adueñaba de Urithiru y de los corazones de quienes aún resistían. Los Radiantes, rotos y renacidos, se tambaleaban sobre cimientos frágiles, mientras viejas heridas volvían a sangrar.