Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida

Hace unos cuantos años conocí a un hombre que estaba a cargo de un montacargas en uno de los edificios de oficinas de la zona baja de Nueva York. Observé que había perdido la mano izquierda desde la muñeca. Le pregunté si la pérdida de la mano le molestaba. Y me contestó: " ¡Oh, no! Ni me acuerdo de eso. Soy soltero y la única vez que me acuerdo del asunto es cuando intento enhebrar una aguja".

Es asombroso lo rápidamente que aceptamos casi cualquier situación —si estamos obligados a ello—, nos ajustamos a ella y olvidamos en seguida todo el asunto.

Pienso muchas veces en la inscripción que hay en las ruinas de una catedral del siglo XV en Amsterdam, Holanda. Esta inscripción dice en flamenco: "Es así. No puede ser de otro modo".

Al marchar usted y yo a través de las décadas del tiempo, nos encontramos con muchas situaciones desagradables que son así. No pueden ser de otro modo. Po-demos optar. Podemos aceptarlas como inevitables o podemos destrozar nuestras vidas en la rebelión y terminar tal vez con los nervios deshechos.


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