Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida

Veinte años después mi hermano Meiner sufrió un accidente terrible y soportó dolores intensísimos hasta morir al cabo de dos años. No podía alimentarse ni volverse en la cama. Para amortiguar su sufrimiento tenía que darle inyecciones hipodérmicas de morfina cada tres horas, día y noche. Hice esto durante los dos años. En aquel tiempo enseñaba música en el Colegio Central Wesleyano de Warrenton, Missouri. Cuando los vecinos oían los lamentos de mi hermano me telefoneaban al colegio y yo dejaba mi clase y corría a casa para dar al desgraciado la inyección de morfina. Todas las noches, cuando me acostaba, preparaba el despertador, con objeto de poder levantarme a las tres horas y atender a mi hermano. Recuerdo que, durante las noches de invierno, ponía una botella de leche fuera de la ventana; allí la leche se helaba y se convertía en una especie de helado que me agradaba tomar. Cuando sonaba el despertador, este helado era un incentivo adicional para levantarme.







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