Soneto
Almas dichosas que del mortal velo libres y esentas, por el bien que obrastes, desde la baja tierra os levantastes a lo más alto y lo mejor del cielo,
y, ardiendo en ira y en honroso celo, de los cuerpos la fuerza ejercitastes, que en propia y sangre ajena colorastes el mar vecino y arenoso suelo;
primero que el valor faltó la vida en los cansados brazos, que, muriendo, con ser vencidos, llevan la vitoria.
Y esta vuestra mortal, triste caída entre el muro y el hierro, os va adquiriendo fama que el mundo os da, y el cielo gloria.
-Desa mesma manera le sé yo -dijo el cautivo.
-Pues el del fuerte, si mal no me acuerdo -dijo el caballero-, dice así:
Soneto
De entre esta tierra estéril, derribada, destos terrones por el suelo echados, las almas santas de tres mil soldados subieron vivas a mejor morada,