El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha

Nadie podía imaginar quién era la persona que tan bien cantaba, y era una voz sola, sin que la acompañase instrumento alguno. Unas veces les parecía que cantaban en el patio; otras, que en la caballeriza; y, estando en esta confusión muy atentas, llegó a la puerta del aposento Cardenio y dijo:

-Quien no duerme, escuche; que oirán una voz de un mozo de mulas, que de tal manera canta que encanta.

-Ya lo oímos, señor -respondió Dorotea.

Y, con esto, se fue Cardenio; y Dorotea, poniendo toda la atención posible, entendió que lo que se cantaba era esto:







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