El último de los Mohicanos

Capítulo X

Me temo que dormiremos la próxima mañana,

¡Tanto como hemos estado velando durante esta noche!

El sueño de una noche de verano.

En cuanto se sobrepuso a la sorpresa del momento, Duncan comenzó a fijarse en la apariencia y los modos de sus captores. Al contrario de lo que era común entre los salvajes cuando concluyen una acción con éxito, estos nativos no sólo respetaron la integridad de las temblorosas hermanas, sino también la suya propia. Los llamativos ornamentos de su atuendo castrense llamaban poderosamente la atención de muchos de los guerreros que no pudieron disimular sus deseos de poseer las insignias; pero antes de que brotara más violencia en el lugar, un mandato por parte del guerrero corpulento ya mencionado, expresado en tono autoritario, impidió el conflicto y convenció a Heyward de que les estaban reservando para algo mucho más importante.


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