El último de los Mohicanos

Capítulo XIII

Buscaré un camino mejor.

Parnell.

La ruta elegida por Ojo de halcón se extendía a través de esas llanuras arenosas, aliviadas por la ocasional presencia de valles y montículos, que habían sido cruzadas por sus protegidos aquel mismo día, cuando les guió el infame Magua. El sol se encontraba bajo, descendiendo hacia las montañas lejanas y, dado que el camino pasaba a través de la inmensidad del bosque, el calor ya no era insoportable. La progresión, por lo tanto, fue equilibrada; y mucho antes de que empezara a oscurecer, habían avanzado un buen número de kilómetros en su viaje de vuelta.

El cazador, al igual que hiciera el salvaje antes mencionado, parecía discernir las señales ocultas de su itinerario por medio de una especie de instinto; nunca aminoró el paso, ni tampoco se detuvo a pensar en el camino a seguir. Una rápida mirada hacia el musgo formado en un árbol, junto con una leve comprobación de la posición del sol, o una atenta observación del curso de los arroyos que encontraba a su paso bastaban para determinar cuál era la dirección a seguir y así evitar posibles obstáculos. Mientras tanto, el bosque cambiaba de color, perdiendo el rico tono verdoso que embellecía sus pasillos, a medida que se imponían los tonos grisáceos del crepúsculo.

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