El último de los Mohicanos

El New York Review and Atheneum publica la recensión más acertada de todas las contemporáneas a la publicación de El último mohicano, ya que el crítico capta el carácter de romance de la obra y destaca, precisamente, la capacidad de Cooper para crear un mundo lleno de circunstancias extraordinarias y de sucesos inesperados que bordean lo maravilloso. Una queja común de los lectores debía ser lo increíble de muchos de los episodios, porque el recensor sale al paso de dichas críticas reivindicando el derecho del autor a imponernos sus propias reglas de ficción. Así, destaca la capacidad de la obra para sorprendemos continuamente y el hecho de que Cooper nos conmine a «nadar en los ríos, a navegar por las cataratas, a reconocer las huellas del desierto, a escalar montañas e introducirnos bien en la niebla o entre la milicia» (Dekker/McWilliams: 90) siempre en compañía de Bumppo y de sus amigos nativos. En su análisis de los personajes este crítico reconoce con acierto y nos recuerda que Duncan Heyward, siendo un héroe arquetípico de romance, no es el héroe de este romance, y que su idilio con Alice es secundario a los avatares amorosos de Cora en relación con Uncas y Magua. La recensión acaba con una referencia explícita a los que acusaban a Cooper de copiar deficientemente a Walter Scott; Cooper, dice, «reúne su material fundamentalmente por medio de la observación aguda de los hombres y de las cosas, y no sacando sus ideas de los libros en que otros han vertido sus esfuerzos».

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