El último de los Mohicanos

—He oído decir —les dijo—, que cuando se es joven existen sentimientos entre un hombre y una mujer que superan en intensidad a los que unen padres e hijos. Puede que sea así. He estado pocas veces cerca de algún lugar en donde vivieran mujeres de mi raza; pero esa parece ser una de las alegrías propias de la vida en la civilización. Usted ha puesto su vida, y todo lo que en ella ha logrado, en peligro al intentar salvar a esta joven, y supongo que ese empeño radica en todo lo que acabo de mencionar. En cuanto a mí, yo le enseñé a ese muchacho cómo se debe realmente utilizar una carabina, y no me ha fallado en su aprendizaje. He luchado a su lado en múltiples escaramuzas; y mientras oía la detonación de su arma por un lado y el disparo del sagamore por el otro, sabía que ningún enemigo me acechaba. Tanto en invierno como en verano, de día o de noche, hemos viajado juntos por los bosques, compartiendo la misma comida, turnándonos en las guardias para poder dormir con seguridad. Por ello, si alguien intentara agredir a Uncas estando yo cerca… Hay un solo Dios sobre todos nosotros, sea cual sea el color de la piel de cada uno, y a Él pongo por testigo que antes de que el joven mohicano pudiera morir por negligencia de un amigo, ¡todo lo bueno desaparecería de la Tierra y el «mata-ciervos» se volvería tan inofensivo como el silbato del cantante!


eXTReMe Tracker