El último de los Mohicanos

Seis muchachas delaware, con sus largas melenas negras extendiéndose por encima de sus pechos, se encontraban aisladas de los demás, dando prueba de su existencia tan sólo por sus labores de adornar con hierbas aromáticas y flores silvestres la litera que, bajo una capa de mantas indias, albergaba los restos de la valiente, noble y generosa Cora. Su cuerpo estaba oculto por las muchas envolturas uniformes que la cubrían, y su rostro quedaba para siempre fuera de la insta de los hombres. A sus pies se encontraba sentado Munro, desconsolado. La envejecida cabeza del anciano estaba tan agachada que casi tocaba el suelo, dado su abatimiento y resignación ante los designios de la Divina Providencia; pero su tez aún dejaba entrever una angustia reprimida, oculta únicamente por algunos de los mechones grises que bajaban de sus sienes. Gamut se encontraba de pie a su lado, con la cabeza descubierta bajo los rayos del sol y adoptando una actitud humilde, mientras dividía la atención de su mirada entre ese librillo que contenía muchas viejas pero sagradas máximas, y el apenado ser cuyo dolor deseaba tanto aliviar. También Heyward se encontraba cerca, apoyado contra un árbol, esforzándose por reprimir cualquier manifestación dolorosa que fuera impropia de su hombría.



eXTReMe Tracker