Finalmente, el manipulador emocional se rodea de una red de aliados o personas que, consciente o inconscientemente, refuerzan su posición de poder, creando una ilusión de apoyo colectivo hacia sus opiniones o comportamientos. La persona manipulada siente entonces que no solo el manipulador, sino el entorno, respalda la narrativa creada. En este escenario, el manipulador no solo influye en el comportamiento inmediato, sino que condiciona profundamente la percepción de la realidad, haciendo que sus deseos se confundan con las propias necesidades y objetivos de la persona manipulada.
El psicoanálisis y los procesos psicodinámicos permiten acceder a los rincones más profundos de la mente humana, donde se esconden deseos reprimidos y traumas que influencian cada pensamiento y acción sin que seamos conscientes de ello. Esta exploración del inconsciente revela conflictos y patrones de comportamiento que, cuando se entienden bien, facilitan una manipulación eficaz. Comprender estos deseos ocultos y traumas permite al manipulador dirigir las emociones y decisiones del otro, jugando con los impulsos más básicos y las vulnerabilidades que moldean su identidad.