El Principito

—No persiguen absolutamente nada —le dijo el guardavía—; duermen o bostezan allí dentro. Únicamente los niños aplastan su nariz contra los vidrios.

—Únicamente los niños saben lo que buscan —dijo el principito—. Pierden el tiempo con una muñeca de trapo que viene a ser lo más importante para ellos y si se la quitan, lloran…

—¡Qué suerte tienen! —dijo el guardavía.











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