El Principito

Capítulo 25

—LOS hombres —dijo el principito— se meten en los rápidos pero no saben dónde van ni lo que quieren… Entonces se agitan y dan vueltas…

Y añadió:

—¡No vale la pena!…

El pozo que habíamos encontrado no se parecía en nada a los pozos saharianos. Estos pozos son simples agujeros que se abren en la arena. El que teníamos ante nosotros parecía el pozo de un pueblo; pero por allí no había ningún pueblo y me parecía estar soñando.

—¡Es extraño! —le dije al principito—. Todo está a punto: la roldana, el balde y la cuerda…

Se rio y tocó la cuerda; hizo mover la roldana. Y la roldana gimió como una vieja veleta cuando el viento ha dormido mucho.

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—¿Oyes? —dijo el principito—. Hemos despertado al pozo y canta.

No quería que el principito hiciera el menor esfuerzo y le dije:

—Déjame a mí, es demasiado pesado para ti.

Lentamente subí el cubo hasta el brocal, donde lo dejé bien seguro. En mis oídos sonaba aún el canto de la roldana y veía temblar al sol en el agua agitada.

—Tengo sed de esta agua —dijo el principito—, dame de beber…

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