Robinson Crusoe

—Lo mismo podrías preguntarme —le dije— por qué Dios no nos mata a nosotros cuando cometemos pecados que lo ofenden. Él nos reserva la oportunidad de arrepentirnos y ser perdonados.

Meditó un rato esta observación, y entonces me dijo de pronto y muy emocionado:

—Bien, bien, eso muy bien; entonces vos, yo, diablo, todos malos, todos ser reservados, arrepentirse, Dios perdonar a todos.











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