Robinson Crusoe

15. Robinson logra su libertad

Aún nos quedaba al capitán y a mí contarnos mutuamente nuestras aventuras. Principié narrándole toda mi historia, que escuchó con una atención vecina al asombro, especialmente las circunstancias maravillosas por las cuales había llegado a proveerme de armas y vituallas. En verdad que siendo mi vida una serie de episodios extraordinarios lo impresionó profundamente. Luego, cuando reflexionó sobre sí mismo y cómo parecía que yo hubiese sido preservado en aquella isla para salvarle más tarde la vida, lágrimas brotaron de sus ojos y no pudo pronunciar una sola palabra.

Luego de concluir mi narración llevé a los tres hombres a mi morada, haciéndolos entrar por el mismo sitio que empleaba para salir, es decir, la plataforma en lo alto; allí les di de comer los alimentos que había podido llevar mostrando todas las invenciones que había podido llevar a cabo en mi larguísima permanencia en la isla.





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