Oliver Twist

Capítulo XXX

Refiere lo que pensaron de Oliver sus caritativos visitantes

Después de asegurar a las damas que las sorprendería muy agradablemente la catadura del criminal, el buen doctor, ofreciendo un brazo la señorita Rosa y la mano libre la señora Maylie, las condujo, con tanta ceremonia como majestad, escaleras arriba.

—Ahora —dijo el doctor, mientras volvía con extremada suavidad el picaporte de la puerta de la alcoba— van a decirme lo que piensan. El herido hace mucho, muchísimo tiempo que no se ha afeitado, mas no por ello tiene un aspecto de los más feroces. ¡Alto!.. ¡Esperen un momento! Entraré delante para ver si todo está en orden.

Avanzó solo el doctor, paseó una mirada por la habitación, y haciendo una seña a las señoras para que pasaran, cerró la puerta, luego que aquéllas hubieron entrado, y apartó las cortinas del lecho.

Sobre éste, en vez de criminal de aspecto rufianesco que esperaban ver, encontraron a un pobre muchacho, aniquilado de resultas de la fatiga y de los sufrimientos y sumido en profundo letargo. Sobre su pecho descansaba su brazo herido, vendado y entablillado, sobre el otro reposaba su cabeza, medio oculta entre los rizos de su larga cabellera esparcida sobre la almohada.

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