Oliver Twist

Capítulo XXXIV

Algunos datos preliminares acerca de un caballerito que se presenta en escena, y relato de una aventura ocurrida a Oliver

Aquella era demasiada felicidad. La inesperada nueva dejó a Oliver estupefacto, aturdido, sin lágrimas, sin voz, y sin posibilidad de permanecer sentado ni quieto. Hubo de salir corriendo a respirar el aire libre, sin comprender más que muy confusamente lo que había pasado, y hasta después de largo rato de ejercicio no se abrieron las compuertas de sus ojos para dar paso a las lágrimas de júbilo en ellos agolpadas, ni despertó de la especie de sopor letárgico en que parecía sumido, ni se dio cuenta cabal del feliz cambio producido, ni se libró de la agonía insoportable que oprimía y atenazaba su tierno corazón.

Era bien cerrada la noche cuando Oliver regresaba a casa, cargado de flores recogidas con cuidado especial para adornar el cuarto de la enferma. Mientras avanzaba por el camino con paso ligero, a sus espaldas el rodar de un coche que adelantaba a galope tendido. Volvió la cabeza y vio que era una silla de posta tirada por cuatro caballos que volaban. Como el camino era estrecho y el vehículo venía encima, hubo de pegarse casi a una puerta para dejarlo pasar.

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