Oliver Twist

Capítulo XLIV

Donde veremos que Anita, llegado el instante de cumplir la palabra que empeñó a Rosa Maylie, fracasa

Por muy acostumbrada que Anita estuviera a las artes de la astucia y del disimulo, no le fue posible ocultar del todo la impresión que en su ánimo produjo el paso gravísimo que acababa de dar. Recordó que el pérfido judío y el brutal Sikes habían depositado en ella secretos que celaron cuidadosamente a todos los demás, persuadidos de que merecía toda su confianza y teniéndola por incapaz de faltar jamás a ella. Criminales, muy criminales eran aquellos proyectos, desalmados hasta más no poder sus autores, inmenso el aborrecimiento que profesaba al judío, quien paso a paso la había hecho descender hasta los abismos más tenebrosos de la infamia, y, sin embargo, había ratos en que la desdichada vacilaba, en que lamentaba que sus revelaciones pudieran llevar a Fajín al precipicio que con maña tan diabólica y, por tanto, tiempo esquivara, en que deploraba ser ella la que por su propia mano, le pusiera dentro de la férrea Ley, aunque desde luego comprendía que lo merecía.


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