Oliver Twist

—¿Qué? ¿Qué? —interrumpió el bedel, en cuyos ojos brillaron destellos de alegría—. ¿Se ha escapado? Dime, Noé, ¿es que se ha escapado?

—¡No, señor, no! ¡No se ha escapado, pero se ha vuelto criminal! —contestó Noé—. Quiso asesinarme, señor; luego intentó asesinar a Carlota, y más tarde intentó hacer lo mismo con la señora. ¡Oh, cuánto sufro, señor! ¡Qué dolores tan terribles!

Hablaba Noé entre sollozos, retorciéndose y enroscándose como una anguila, a fin de hacer creer al bedel que el feroz ataque de Oliver le había ocasionado graves lesiones internas que le producían agudos dolores.

Cuando Noé vio que sus palabras producían en el señor Bumble el efecto apetecido, quiso conmoverle aún más acentuando sus lloros y hablando a grito herido de sus pretendidas heridas, y como observase que en aquel momento cruzaba el patio un caballero que lucía un chaleco blanco, comenzó a gemir de la manera más lastimosa, dando a sus lamentaciones intensa entonación trágica, creyendo que sería muy conveniente a sus fines llamar la atención y despertar la indignación de aquel ilustre personaje.

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