Tiempos difíciles

 

CAPITULO XII

UNA SEÑORA ANCIANA 

El bueno de Esteban bajó por los dos escalones blancos, cerró la puerta pintada de negro que tenía una chapa de bronce, tirando del punto y aparte de bronce, al que frotó con la manga de su chaqueta, viendo que su mano febril lo había empañado. Cruzó la calle sin levantar los ojos del suelo, y ya se alejaba, lleno de dolor, cuando sintió que alguien le tocaba en el brazo.









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