Tiempos difíciles

 

CAPITULO VII

PÓLVORA

Don Santiago Harthouse, metido de lleno en las actividades de su partido de adopción, empezó a apuntarse tantos inmediatamente. Con un poco más de visitas de propaganda entre los hombres políticos de categoría, un poco más de exhibir su elegante indiferencia entre los elementos de menos relieve, una tolerable administración de fingida honradez en la inmoralidad, el más eficaz y más generalizado de todos los pecados capitales elegantes, consiguió rápidamente que lo considerasen como a un hombre, de gran porvenir. Otro gran punto a favor suyo era el que no tomaba las cosas en serio, y esto le permitía amoldarse con tanta espontaneidad a la manera de ser de las gentes estrictamente realistas, como si perteneciese a su tribu desde su nacimiento, y tirar por la borda a las otras tribus como a gentes conscientemente hipócritas.

-Ni nosotros creemos en las cosas que ellos dicen, querida señora Bounderby, ni ellos mismos las creen. La única diferencia que existe entre nosotros y esos que profesan la virtud, la benevolencia o la filantropía (llamadlo como queráis), consiste en que nosotros sabemos que todo eso es palabrería sin sentido y lo decimos, en tanto que ellos lo saben igual que nosotros, pero se lo callan.

eXTReMe Tracker