No saco de este relato la conclusión de que todas las chica como Marguerite son capaces de hacer lo que ella hizo, ni mucho menos; pero tuve conocimiento de que una de ellas habÃa experimentado en su vida un amor serio, por el que sufrió y por el que murió, y he contado al lector lo que sabÃa. Era un deber.
No soy apóstol del vicio, pero me haré eco de la desgracia noble dondequiera que la oiga implorar.
La historia de Marguerite es una excepción, lo repito; pero, si hubiera sido algo habitual, no habrÃa merecido la pena escribirla.