Madame Bovary

Capítulo II

Una noche hacia las once los despertó el ruido de un caballo que se paró justo en la misma puerta. La muchacha abrió la claraboya del desván y habló un rato con un hombre que estaba en la calle.

Venía en busca del médico; traía una carta. Anastasia bajó las escaleras tiritando y fue a abrir la cerradura y los cerrojos uno tras otro. El hombre dejó su caballo y entró inmediatamente detrás de ella. Sacó de su gorro de lana con borlas una carta envuelta en un trapo y se la presentó cuidadosamente a Carlos quien se apoyó sobre la almohada para leerla. Anastasia, cerca de la cama, sostenía la luz. La señora, por pudor, permanecía vuelta hacia la pared dando la espalda.








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