Desde que mediante la aplicación de nuestro procedimiento de interpretación onÃrica no es posible descubrir un contenido latente de los sueños, muy superior en importancia a su contenido manifiesto, tenemos que sentirnos incitados a examinar de nuevo uno de los problemas que el fenómeno onÃrico plantea, para ver si este nuevo conocimiento puede acaso procurarnos la solución de aquellos enigmas y contradicciones que mientras no conocÃamos sino el contenido manifiesto de los sueños nos parecÃan inasequibles.
En nuestro primer capÃtulo expusimos detalladamente los juicios de los autores sobre la conexión de los sueños con la vida despierta y sobre la procedencia del material onÃrico. Recordemos ahora aquellas tres peculiaridades de la memoria onÃrica que, habiendo sido observadas por muchos, nadie habÃa logrado aún esclarecer. Dichas peculiaridades eran:
1ª Que el sueño prefiere evidentemente las impresiones de los dÃas inmediatos anteriores (Robert, Strümpell, Hildebrandt, Weed-Hallam).
2ª Que efectúa una selección conforme a principios diferentes de aquellos a los que se adapta nuestra consciencia despierta, recordando no lo esencial e importante, sino lo accesorio y desatendido.