Una invitación de vuestro llorado presidente, el profesor Von Reder, me permitió desarrollar ante vosotros, hace ya ocho años, algunas consideraciones sobre la histeria. Poco tiempo antes, en 1895, habÃa publicado, en colaboración con el doctor José Breuer, los Estudios sobre la histeria, y basándome en los descubrimientos realizados por mi colaborador, habÃa iniciado la tentativa de introducir un nuevo tratamiento de la neurosis. La labor concretada en aquellos Estudios no ha sido felizmente vana. Las ideas en ellos mantenidas sobre la acción patógena de los traumas psÃquicos a consecuencia de la retención del afecto y la concepción de los sÃntomas histéricos como resultados de una excitación transferida desde lo anÃmico a lo somático, ideas para las cuales creamos los términos de «descarga por reacción» y «conversión», son hoy generalmente conocidas y comprendidas. Ninguna descripción de la histeria —por lo menos ninguna de las publicadas por autores de lengua alemana— deja ya de tener en cuenta tales ideas, y su aceptación, por lo menos parcial, se ha generalizado entre nuestros colegas. Pero a su aparición hubieron de provocar singular extrañeza.