Cuando el médico desarrolla el tratamiento psicoanalÃtico de un nervioso, su interés no recae en primer término sobre el carácter del sujeto. Quisiera más bien averiguar qué significan sus sÃntomas, qué impulsos instintivos se ocultan detrás de los mismos y se satisfacen en ellos, y qué etapas ha seguido el enigmático camino que enlaza aquellos impulsos instintivos con estos sÃntomas. Pero la técnica que ha de seguir obliga pronto al médico a orientar, por lo pronto, su curiosidad hacia otros objetos. Observa que su investigación es amenazada por resistencias que el enfermo le opone, y ha de atribuir tales resistencias al carácter del mismo. Y entonces sà reclama ya este carácter preferentemente su interés.
Lo que se resiste a los esfuerzos del médico no son siempre aquellos rasgos de carácter que el enfermo reconoce por suyos y le son también atribuidos por quienes le rodean. A veces, cualidades que el enfermo no parecÃa poseer sino en muy escasa medida se muestran exacerbadas hasta insospechadas intensidades o surgen en él actitudes espirituales que en otras circunstancias de su vida no se habrÃan presentado. La descripción y la derivación de estos rasgos de carácter tan sorprendentes constituyen el objeto del presente ensayo.
1. Las excepciones