En este mundo ocurren las cosas más absurdas, a menudo opuestas a toda verosimilitud. AsÃ, la misma nariz que habÃa dado un paseo bajo la figura de consejero de Estado y causado revuelo en toda la ciudad, se encontró de repente, como si nada hubiera sucedido, en su lugar, es decir, entre una y otra mejilla del mayor Kovalev. Esto sucedió el 7 de abril.
Cuando el mayor despertó y miró por casualidad al espejo, vio reflejada la imagen de su nariz. La palpo… ¡realmente era su nariz! «¡Caramba!», exclamó Kovalev, lleno de alegrÃa. Iba a bailar descalzo, pero la llegada de Iván se lo impidió. Le mandó traer en seguida agua para lavarse, y mientras se lavaba volvió a mirarse al espejo… ¡La nariz habÃa vuelto! Se enjugó con la toalla y volvió a contemplarse en el espejo…; ¡la nariz estaba todavÃa allÃ!
—Mira, Iván, creo que tengo un grano en la nariz —dijo, pensando para s×: «SerÃa una desgracia que Iván me dijera de improviso: No, señor; no sólo no tiene ningún grano en la nariz, sino que no tiene nariz».
Mas Iván respondió:
—No; no veo ningún grano; su nariz no tiene la menor mancha.