A fines de semana Stillwell comunicó a Magdalena que Stewart había llegado al rancho, aposentándose con Nels.
—Gene está enfermo. Tiene mal aspecto —dijo el viejo ganadero—. Está tan débil y tan trémulo que apenas si puede sostener una taza. Según Nels, ha pasado malos ratos. Probablemente un poco de alcohol le repondrá, pero Nels no consigue hacerle tomar ni una gota y ha tenido que mezclárselo con café. En fin, opino que le sacaremos adelante. Ha olvidado muchas cosas. Pensaba decirle lo que me hizo en Rodeo, pero… sé que al saberlo se encontrá aún peor. Gene está perdiendo el seso, o tiene algo extraño que le agobia.
Desde entonces Stillwell, que evidentemente hallaba en Magdalena a su más simpático auditorio, la tomó como confidente diaria de sus esperanzas, temores y conjeturas.