Bajo el cielo del oeste
Bajo el cielo del oeste Al día siguiente, muy temprano, Gene Stewart, con un pelotón de cowboys, salió con rumbo al rancho de don Carlos. Al transcurrir el día sin tener noticias suyas, Stillwell pareció experimentar creciente descargo, y al anochecer dijo a Magdalena que en su opinión ya no había motivo de inquietud.
—Aunque —prosiguió— es en verdad sorprendente. Me he estado devanando los sesos pensando cómo se las habrá compuesto para ajorar a don Carlos. Gene halla siempre modo de hacer las cosas.