Y creí haber reconocido la voz de don Segundo. [103]
Goyo tuvo que arrastrarme lo menos unos tres metros, tirándome de los pies, para poder despertarme:
-'ta que sos dormilón... si ya te estaba por hacer la prueba que se le hace al peludo pa sacarlo'e la cueva.
-¿Nos vamos ya?
-Dentro de un rato.
Queriéndome incorporar hice un esfuerzo inútil.
-¿No te podeh'enderezar?
-A gatitas -contesté mientras lograba tomar posición de gente.
-¿Qué te duele? -reía Goyo.