La letra escarlata

La letra escarlata

VIILA SALA DEL GOBERNADOR

UN día fué Ester á la morada del Gobernador Bellingham á llevarle un par de guantes que había ribeteado y bordado por orden suya, y que debía de usar en cierta ceremonia oficial, porque si bien no desempeñaba ya el alto puesto de antes, aun ocupaba un destino honroso é influyente en la magistratura colonial.

Pero algo más importante que la entrega de un par de guantes bordados, obligó á Ester entonces á solicitar una entrevista con un personaje de tanto poder y tan activo en los negocios de la colonia. Había llegado á sus oídos el rumor de que algunos de los principales habitantes de la población trataban de despojarla de su niña, deseosos de que imperaran más rígidos principios en materias de religión y de gobierno. Suponiendo estas buenas gentes, como ya se ha dicho, que Perla era de estirpe diabólica, creyeron que para mayor beneficio del alma de la madre, convenía quitarle ese obstáculo de su sendero; agregando, que si la niña era realmente capaz de una educación religiosa y moral, y tenía en sí los elementos de su futura salvación, gozaría indudablemente de todas estas ventajas si se la separase de su madre y se confiara su educación á persona mejor y más cuerda. Se decía también que entre los promovedores de esta idea, era el Gobernador uno de los más activos.


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