La letra escarlata

La letra escarlata

XXIIILA REVELACIÓN DE LA LETRA ESCARLATA

LA elocuente voz que había arrebatado el alma de los oyentes, haciéndoles agitarse como si se hallaran mecidos por las olas de turbulento océano, cesó al fin de resonar. Hubo un momento de silencio, profundo como el que tendría que reinar después de las palabras de un oráculo. Luego hubo un murmullo, seguido de una especie de ruido tumultuoso: se diría que los circunstantes, viéndose ya libres de la influencia del encanto mágico que los había transportado á las esferas en que se cernía el espíritu del orador, estaban volviendo de nuevo en sí mismos, aunque todavía llenos de la admiración y respeto que aquel les infundiera. Un momento después, la multitud empezó á salir por las puertas de la iglesia; y como ahora todo había concluído, necesitaban respirar una atmósfera más propia para la vida terrestre á que habían descendido, que aquella á que el predicador los elevó con sus palabras de fuego.





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