Después de salvar el cuero
De aquel trance tan amargo.
Del sueldo nada les cuento,
Porque andaba disparando;
Nosotros de cuando en cuando
Solíamos ladrar de pobres:
Nunca llegaban los cobres
Que se estaban aguardando.
Y andábamos de mugrientos
Que el mirarnos daba horror;
Les juro que era un dolor
Ver esos hombres,!por cristo!
En mi perra vida he visto
Una miseria mayor.
Yo no tenía ni camisa
Ni cosa que se parezca;
Mis trapos solo pa yesca
Me podían servir al fin...
No hay plaga como un fortín
Para que el hombre padesca.
Poncho, jergas, el apero,
Las prenditas, los botones,
Todo, amigo, en los cantones