!Quien no sentirá lo mesmo
Cuando ansà padece tanto!
Puedo asigurar que el llanto
Como una mujer largué:
!Ay, mi Dios: si me quedé
mas triste que Jueves Santo!
Sólo se oiban los aullidos
De un gato que se salvó;
El pobre se guareció
Cerca, en una vizcachera:
VenÃa como si supiera
Que estaba de güelta yo.
Al dirme dejé la hacienda
Que era todito mi haber;
Pronto debÃamos volver,
Sigún el Juez prometÃa,
Y hasta entonces cuidaria
De los bienes, la mujer.
Después me contó un vecino
que el campo se lo pidieron;
La hacienda se la vendieron
Pa pagar arrendamientos,
Y que sé yó cuantos cuentos;
Pero todo lo fundieron,