La Ilíada

433 Cuando aún no despuntaba la aurora, pero ya la luz del alba se difundía, un grupo escogido de aqueos se reunió en torno de la pira. Erigieron con tierra de la llanura un túmulo común; construyeron a partir del mismo una muralla con altas torres, que sirviese de reparo a las naves y a ellos mismos; dejaron puertas, que se cerraban con bien ajustadas tablas, para que pudieran pasar los carros, y cavaron delante del muro un gran foso profundo y ancho, que defendieron con estacas.

442 De tal suerte trabajaban los melenudos aqueos; y los dioses, sentados junto a Zeus fulminador, contemplaban la grande obra de los aqueos, de broncíneas corazas. Y Poseidón, que sacude la tierra, empezó a decirles:

446 —¡Padre Zeus! ¿Cuál de los mortales de la vasta tierra consultará con los dioses sus pensamientos y proyectos? ¿No ves que los melenudos aqueos han construido delante de las naves un muro con su foso, sin ofrecer a los dioses hecatombes perfectas? La fama de este muro se extenderá tanto como la luz de la aurora; y se echará en olvido el que labramos yo y Febo Apolo cuando con gran fatiga construimos la ciudad para el héroe Laomedonte.

454 Zeus, que amontona las nubes, respondió muy indignado:

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