La Ilíada

560 No se le ocultó a Adamante Asíada lo que Antíloco meditaba en medio de la turba; y, acercándosele, le dio con el agudo bronce un bote en medio del escudo; pero Poseidón, el de cerúlea cabellera, no permitió que quitara la vida a Antíloco, a hizo vano el golpe rompiendo la lanza en dos partes, una de las cuales quedó clavada en el escudo, como estaca consumida por el fuego, y la otra cayó al suelo. Adamante retrocedió hacia el grupo de sus amigos, para evitar la muerte; pero Meriones corrió tras él y arrojóle la lanza, que penetró por entre el ombligo y las partes verendas, donde son muy peligrosas las heridas que reciben en la guerra los míseros mortales. Allí, pues, se hundió la lanza, y Adamante, cayendo encima de ella, se agitaba como un buey a quien los pastores han atado en el monte con recias cuerdas y llevan contra su voluntad; así aquél, al sentirse herido, se agitó algún tiempo, que no fue de larga duración porque Meriones se le acercó, arrancóle la lanza del cuerpo y las tinieblas velaron los ojos del guerrero.

576 Héleno dio a Deípiro un tajo en una sien con su gran espada tracia, y le rompió el casco. Éste, sacudido por el golpe, cayó al suelo, y rodando fue a parar a los pies de un guerrero aqueo que lo alzó de tierra. A Deípiro tenebrosa noche le cubrió los ojos.

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