Los Miserables - Parte 3

Capítulo 13 Se debería comenzar siempre por apresar a las víctimas

Javert, al anochecer, había apostado a su gente y él mismo se había emboscado detrás de los árboles frente al caserón Gorbeau. Empezó por abrir su bolsillo para meter en él a las dos muchachas encargadas de vigilar las inmediaciones del tugurio, pero sólo encontró a Azelma. Eponina no estaba en su puesto; había desaparecido. Luego Javert quedó al acecho, atento el oído a la señal convenida.

Las idas y venidas del coche lo preocuparon y terminó por impacientarse. Estaba seguro de andar de suerte y de que allí había un nido, ya que conocía a muchos de los bandidos que habían entrado; acabó por decidirse a subir sin esperar el pistoletazo. Entró con la llave de Marius. Llegó justo a tiempo.

Los bandidos, asustados, se arrojaron sobre las armas que habían abandonado en el momento de evadirse. En menos de un segundo, aquellos siete asesinos, que daba espanto mirar, se agruparon en actitud de defensa; Thenardier tomó su cuchillo; la Thenardier se apoderó de una enorme piedra que servía a sus hijas de taburete.

Javert se puso su sombrero, dio dos pasos por el cuarto con los brazos cruzados, el bastón debajo del brazo y el espadín en la vaina.

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