Los Miserables - Parte 3

Capítulo 2 Oración fúnebre por Blondeau

Una tarde, Laigle estaba recostado perezosamente en el umbral de la puerta del Café Musain. Tenía el aspecto de una cariátide en vacaciones. No llevaba consigo más que sus ensueños, y miraba lánguidamente hacia la plaza Saint-Michel. De pronto vio, a través de su sonambulismo, un cabriolé que pasaba con lentitud por la plaza. Iba dentro, al lado del cochero, un joven, y delante del joven una maleta. La maleta mostraba a los transeúntes este nombre escrito en gruesas letras negras en un papel pegado a la tela: Marius Pontmercy.

Este nombre hizo cambiar la posición a Laigle. Se enderezó, y gritó al joven del cabriolé:

- ¡Señor Marius Pontmercy!

El cabriolé se detuvo.

El joven, que parecía ir meditando, levantó los ojos.

- ¿Sois el señor Marius Pontmercy?

- Sin duda.

- Os buscaba -dijo Laigle.

- ¿Cómo me conocéis? -preguntó Marius-. Yo no os conozco.

- Ni yo tampoco a vos -dijo Laigle.

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