Los Miserables - Parte 1

Capítulo 3 Entrada de preferencia

El magistrado de la audiencia que presidía el tribuna de Arras conocía, como todo el mundo, aquel nombre profunda y universalmente respetado, y dio orden al portero de que lo hiciera pasar.

Minutos después el viajero estaba en una especie de gabinete de aspecto severo, alumbrado por dos candelabros. Aún tenía en los oídos las últimas palabras del portero que acababa de dejarle: "Caballero, ésta es la sala de las deliberaciones; no tenéis más que abrir esa puerta, y os hallaréis en la sala del tribunal, detrás del señor presidente".

Estaba solo. Había llegado el momento supremo. Trataba de recogerse en sí mismo y no podía conseguirlo. En las ocasiones en que el hombre tiene más necesidad de pensar en las realidades dolorosas de la vida, es precisamente cuando los hilos del pensamiento se rompen en el cerebro. Se encontraba en el sitio donde los jueces deliberan y condenan.

En aquel aposento en que se habían roto tantas vidas, donde iba a resonar su nombre dentro de un instante.

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